Las pirámides son el símbolo más importante del imperio antiguo, aunque no las primeras construcciones funerarias.
En el período tinita, las tumbas, tanto en la necrópolis de Abydos como en la de Saqqara, presentan una superestructura semejante a un gran banco de piedra, llamada "mastaba", que se mantuvo como sepultura no real incluso cuando los reyes comenzaron a construir pirámides.
Este túmulo de piedra procedía de la idea de la colina primigenia, de la que aparecía un sol creador, según la teología heliopolitana.
En estas dos primeras dinastías, la mastaba sigue evolucionando, convirtiéndose en lugar de culto, además de ser una reproducción de la casa terrestre del difunto.
Es importante conocer que, ya en el imperio antiguo, se sabía al ser humano compuesto de cinco elementos: la sombra, el akh, el ka, el ba y el nombre.
El akh es un principio solar, de luz, que le permite al difunto llegar a las estrellas. Sería lo que nosotros conocemos como espíritu.
El ka es la fuerza vital, a la cual hay que alimentar y que debe tener un soporte físico incluso después de la muerte. Es pro ello que se reproduce al difunto en una estatua de piedra, que será depositada en el serdab.
El ba es como un doble del difunto, independiente del cuerpo y que contiene la potencia de la persona. Es representado como un pájaro con cabeza humana. Frecuentemente se ha considerado como el alma, lo que no es correcto.
Era muy importante para el difunto ser nombrado para seguir existiendo, es pro ello que empezaron a construir estelas de falsa puerta. Eran colocadas en el umbral de la puerta, con el fin de asegurar el culto funerario.
Bastaba con que la fórmula de ofrenda pudiera ser leída para que tomara cuerpo real.
Más adelante, Djeser transformó la mastaba en pirámide, comenzando con la pirámide escalonada. Durante el resto del imperio antiguo, los particulares siguieron construyendo mastabas y los reyes se hicieron enterrar en grandes pirámides.
Marta Pérez (Akesha)
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