Los problemas económicos del imperio Nuevo comenzaron con los enormes gastos ocasionados por el culto a Atón y la corte real de Amarna.
Al no haber campañas ni conquistas, tampoco se ingresaban botines ni tributos.
Además, la pérdida del imperio asiático produjo un duro golpe a la economía.
La ruina de los Templos de Amón hizo que aumentara el desempleo, aunque no se produjeron revueltas, ya que el ejército apoyaba al faraón.
Sin embargo, el clero de Amón y la aristocracia sí organizaban complots e insurrecciones contra el rey, pero eran rápidamente sofocadas por el ejército.
Ya en la dinastía XIX se produce una crisis económica, ya que los recursos no llegaban al faraón, sino al templo de Amón, por lo que el Gran Sacerdote manejaba las finanzas.
Al mismo tiempo, se corta el suministro de plata por la caída de los hititas, se pasa a la edad de hierro, y les faltan recursos para comprar el hierro.
La situación económica se agrava y se produce una inflación en tiempos de Ramsés II
En tiempos de Ramsés IV es una familia del alto Egipto la que ocupa los cargos de cobrador de impuestos y de Gran sacerdote de Amón.
Toda esta situación ocasiona una época de miseria, produciéndose levantamientos al final de la dinastía XX:
A la muerte de Ramsés XI, Egipto quedó dividido en el Norte, con capital en Tanis, y el Sur, con capital en Tebas.
Marta Pérez (Akesha)
No hay comentarios:
Publicar un comentario