lunes, 29 de febrero de 2016

Clausura del 1º Curso de Egiptología 2016 en Málaga

El pasado viernes se ha clausurado el curso de Egiptología sobre la "Historia de Egipto", en la Térmica, de Málaga, organizado e impartido por el Instituto de estudios del Antiguo Egipto.
Francisco Martín Valentín, José María Saldaña, Teresa Bedman y Alejandro Serrano, nos han llevado durante cinco días por la apasionante historia del Antiguo Egipto.
Un placer participar cada año en estos magníficos cursos que nos acercan cada día un poco más al mundo de la Egiptología.
La semana del 8 al 12 de marzo podremos disfrutar de "La religión del Atón". Esperamos impacientes!!!!


Foto de familia al terminar el curso. Con más de la mitad de la clase enferma, aquí estamos los que resistimos al virus.


Francisco Martín Valentín

José María Saldaña

Teresa Bedman

Alejandro Serrano


La administradora de "Egiptología para todos", Marta Pérez (Akesha), recogiendo el Diploma de manos de Teresa Bedman.

domingo, 28 de febrero de 2016

Amenhotep IV Akhenaton

Amenhotep IV, Ajenatón, décimo faraón de la XVIII Dinastía, el llamado Rey Hereje, es probablemente uno de los faraones de Egipto más emblemático y desconocido por la falta de documentación que existe sobre él y la época amarniana.

 Ajenaton era, probablemente, como apunta Pirennes, un poeta, un soñador sensible a la belleza, la humanidad y la justicia. Trece siglos antes de Cristo, todos los templos de Egipto fueron cerrados al culto, excepto el recién creado, dedicado a Aton, el disco solar. Estos cambios fueron producidos por Ajenatón, que gobernó en las Dos Tierras durante algo menos de veinte años, aunque se dispone de poca información, ya que fue borrado de las listas de reyes de Egipto.

 En el siglo XIX, un grupo de arqueólogos que trabajaba en Tebas, descubrieron los restos de una ciudad, cuyos restos eran completamente diferentes a todo lo visto hasta el momento en Egipto. A 300 Km. Al Sur del Cairo, acababan de descubrir la ciudad de Ajetaton, en un lugar llamado El Amarna. Su estado era casi ruinoso, aunque comenzaron a encontrar vestigios interesantes en el interior de sus tumbas. En primer lugar, se observaba que no estaban representados los dioses como era costumbre, sino un solo dios, Aton, el disco solar. Otra característica diferente fue el encontrar representaciones de la vida familiar del faraón, aspecto que no se había contemplado en el arte hasta el momento.

Casi toda la documentación de que disponemos está sacada de los grabados en templos y tumbas en la ciudad de Amarna.

Amenhotep IV nació hacia el año 1.377 AC., durante el decimoctavo reinado de su padre, en pleno apogeo del país. Era el segundo hijo del faraón, por lo que en un principio, no era el heredero. Fue educado en la tradición religiosa heliopolitana, y nombrado sucesor después de la muerte prematura de su hermano y heredero oficial, Tutmosis. Ésto ocurrió en el trigésimo años de reinado de Amenhotep III, durante su primera fiesta Sed.

El arte de la guerra había evolucionado con el uso de carros de combate, por lo que el Imperio se extendía desde Sudán hasta Turquía.

Su padre, Amenhotep III, noveno faraón de la XVIII dinastía, fue un diplomático. Su reinado se caracterizó por la ausencia de conflictos bélicos, y el Imperio era bastante estable. Sus contactos comerciales se extendían por Babilonia, Mitanni, Hatti, Siria, y Chipre, entre otros. Gobernaba un gran imperio, rico y con muy buenas relaciones comerciales.

 Su madre era la princesa semítica Tiy. Algunos historiadores suponen que su nacimiento fue en el palacio de Malqatta, en la orilla oeste de Tebas.

La capital religiosa era Tebas, y el culto iba dirigido a numerosos dioses. Para los antiguos egipcios, el sentido de religión difería de cómo la vemos ahora nosotros. Para ellos sus dioses no eran más que las respuestas a fenómenos naturales, del cual el más importante era el Sol, fuente de la vida, representado como Amón-Ra, dios de dioses en la época.

 Cada dios tenía su templo, sus sacerdotes, y su culto diario. Los templos eran ricos y la clase sarcedotal tomaba cada vez más poder. Esto pudo influir en Amenhotep IV a la hora de decidir su revolución religiosa.

 Cuando Amenhotep IV ascendió al trono tendría alrededor de 20 años, hacia el 1358 AC. y estaba casado ya con Nefertiti, que no tenía ascendencia real, con la que tuvo varias hijas: Merit-Atón, Meket-Atón y Anjesenpaatón, Nefer-Neferu-Atón, Nefer-Neferu-Ra y Step-en-Ra.

Al poco tiempo de ser faraón, implantó el culto a Aton, disco solar, representado unas veces como un sol que baña con sus rayos al rey, y otras veces con forma humana y cabeza de halcón.

 Tres años después de su coronación, realizó su primera fiesta sed, reservada al 30 aniversario de reinado, en la que invitaba a comer a todos los asistentes, hecho que fue muy bien recibido por el pueblo.

 Durante el jubileo, aprovechó para inaugurar el primer templo dedicado exclusivamente a Aton. En él lo representaba como un sol, cuyos rayos eran manos que dan la vida al faraón.

Durante los primeros cinco años de su reinado, su capital estaba en Tebas, pero poco a poco fue distanciándose del clero de Amón, cambiándola a El Amarna, como veremos a continuación. Los sacerdotes de Amón, en Tebas, se dieron cuenta de que su poder estaba siendo amenazado.

Fue un profundo cambio religioso y social. Quedó también representado en el arte. Se abandonaron las figuras rectas a favor de líneas muy redondeadas y femeninas. El hecho de crear un arte tan particular, puede ser debido a su deseo de romper con el pasado. En sus representaciones, Ajenatón aparece con el cuerpo deformado, la cara y cuello muy alargados, y las caderas excesivamente anchas. Para algunos historiadores, podría ser debido a una enfermedad degenerativa.

 La mayoría de los textos y monumentos habían sido destruidos, utilizando sus piedras para construcciones posteriores. Durante más de 30 años, arqueólogos trabajaron en la reconstrucción de muchos restos, logrando centenares de escenas de la época, que nos pueden arrojar más luz sobre este fascinante personaje.

 A finales de los años 70, escondido en el interior de la puerta de un templo, se encontró un documento que contenía un discurso de Ajenaton a su pueblo:

 "Lo sé todo sobre los dioses, pero todos ellos se han terminado. Aunque estén hechos de oro, plata y piedras preciosas, mi dios es el que no ha sido creado, el creador. Ningún hombre lo ha moldeado…"

 Para los egipcios, este nuevo culto amenazaba las leyes de Maat, y, por tanto, toda la vida del pueblo.

 Amón, junto a otros dioses, desaparece del culto, por lo que los sacerdotes se ven amenazados, viendo peligrar su posición y sus riquezas. Todos los templos tuvieron que pagar un tributo al templo de Aton. Ajenatón estaba tratando de acabar con las influencias de los sacerdotes y aumentar el poder absoluto del faraón. Él era el sumo sacerdote de Aton.

 Su esposa, Nefertiti era frecuentemente representada en el arte amarniense con la corona de faraón. Se cree que pudo ser pieza clave en política, aunque no se sabe con certeza si abrazó la fe de su esposo. Es posible que hubiera incluso desavenencias matrimoniales por esta causa. 

Ajenatón, encontrando en Tebas mucha oposición a sus planes, trasladó la corte lejos de los sacerdotes de Amón, a un territorio al Oeste del Nilo, en pleno desierto, donde construyó la ciudad de Ajetaton, estableciendo allí la capital. Fue llamada ciudad del Horizonte, dada la similitud entre la salida del sol por sus colinas, y el jeroglífico correspondiente al horizonte.

 En ella construyó un gran palacio, un templo dedicado a Aton y tumbas similares a las del Valle de los Reyes. Cerró todos los templos, destruyó las referencias a Amón, y prohibió cualquier referencia a los dioses del pasado. Esto fue concebido por los sacerdotes de Amón como un insulto, e hizo temer al pueblo. A la muerte del Rey, la ciudad fue abandonada, y no se volvió a utilizar, al considerarla maldita.


Aprovechando la coyuntura, los hititas comenzaron a avanzar sobre el Norte de Egipto, dominando Mitanni. A Ajenatón pareció no importarle demasiado, probablemente debido a las constantes desavenencias entre los pueblos del norte, que se aliaban con los egipcios o los hititas, según su conveniencia. Varios aliados del Norte de Egipto, se unieron a los hititas, y el país fue perdiendo territorios.

 A su vez, la situación interna del país era delicada.

 Hacia el año 24 de su reinado, Nefertiti dejó de ser la primera esposa. Ajenaton nombró un corregente, con el que se le representaba en disposición muy afectuosa, por lo que algunos historiadores llegaron a presumir su homosexualidad. Estudios posteriores revelan que ese corregente podría ser la propia Nefertiti, aunque tampoco en eso se ponen de acuerdo los estudiosos.

 En algún momento aún sin determinar, desapareció de la vida pública. No se sabe cómo murieron ni él ni Nefertiti. Tampoco se sabe exactamente cómo fue la sucesión, aunque en las listas de reyes aparece Semenejkara.


Marta Pérez (Akesha)



 

viernes, 26 de febrero de 2016

CURSO DE EGIPTOLOGIA

Mañana se clausura en la Térmica de Málaga el primer curso de este año 2016, organizado por el Instituto de Estudios del Antiguo Egipto. En esta imagen, el profesor Francisco Martín en un momento de la clase. Un año más, interesantísimo.


jueves, 25 de febrero de 2016

AMENHOTEP III

Amenhotep III, hijo de Tutmosis IV y la reina Mutenmuia, en 1380 AC. Con sólo 12 años, se convirtió en rey de Egipto, el país más poderoso del mundo, al que llegaban riquezas de toda la zona por medio de tributos.
 Su nombre, Amen-Hotep, significaba ‘el dios Amón está satisfecho’.
Estableció su capital en Tebas, al Sur, aunque Menfis, en el Norte, también jugó un papel muy importante durante su reinado.
En Tebas se daban numerosos contrastes, construyéndose, por un lado, magníficos templos y palacios,  y por otro lado, acogiendo a gente que llegaba en barcos de todo el mundo, creando barrios pobres y marginales. Era la capital del Imperio.

Poco a poco se iba acrecentando el culto a Atón, dios solar, basado en el culto a Amón-Ra. Este culto experimentó un gran auge, aunque conviviendo con el culto a los otros dioses. Cabe destacar, un escarabajo de este rey, encontrado en Nubia, que  lleva la inscripción de “Amón, señor heliopolitano de los Dos Países…” Atón es identificado con el faraón, para resaltar su poder como dios y como hombre.
El reinado de Amenhotep III duró casi 40 años, y se caracterizó por el mantenimiento de la paz y la construcción de grandes monumentos. Se casó con Tiy, que fue siempre su Gran Esposa Real, que estuvo a su lado en el gobierno y las cuestiones religiosas, según numerosas representaciones, y con la que tuvo muchos hijos: Amenhotep (futuro Akenatón), Isis, Sat-Amón, Baketatón, Henut-Tau-Nebu, Mebet-Ah-Honitmer , Tía y Tutmosis, el heredero que murió antes de llegar al trono. Aunque probablemente fuera también el padre de Smenjare, según algunas teorías, y muy probablemente también lo fuera de  Tutankamón.

También estuvo casado con varias princesas de Mitanni, Babilonia, Arzawa y Próximo Oriente. Estos matrimonios tenían carácter político, y le servirían para mejorar y establecer relaciones diplomáticas con los países vecinos. Era una práctica muy frecuente en esta época.
Amenhotep III no era un faraón guerrero con afán de expansionismo, sino que su política se basaba en el mantenimiento del Imperio, en establecer relaciones estables con enemigos potenciales, mediante tratados de amistad o los citados matrimonios. Mantuvo la paz gracias a las buenas relaciones diplomáticas que tenía con Mitanni, Babilonia y Asiria. El único punto peligroso eran los hititas. El hecho de que durante su reinado se produjeran grandes cambios en el gobierno y poder hitita, hizo que los países del Imperio buscaran la protección de Egipto. En un principio, no deseaban enfrentarse a Egipto y firmaron con ellos un Tratado para delimitar las fronteras. Pero los hititas continuaron aliándose con reyes vecinos y preparándose para la conquista. 
Otra faceta a destacar de Amenhotep III es su carácter constructor. Con la ayuda de su arquitecto y amigo íntimo Amenhotep, hijo de Apu, construyó el Palacio de Malqata, el Templo de Luxor, numerosas construcciones en el templo de Karnak y en Medinet Abu, el Templo del que sólo quedan los llamados Colosos de Memnon. Muchas de estas obras de arquitectura fueron restauradas y ampliadas por monarcas posteriores.
En resumen,  el reinado de Amenhotep III se caracterizó por una prosperidad económica y constructiva, y por marcar un largo período de paz. Pero, por otro lado, los problemas en política exterior, y el hecho de que los sacerdotes de Amón eran cada vez más poderosos, serían el terreno de cultivo perfecto para la revolución que llevaría a cabo, años más tarde, su heredero, Amenhotep IV, Ajenaton, el cual fue corregente con él durante algunos años, según los últimos descubrimientos.


Marta Pérez (Akesha)


lunes, 22 de febrero de 2016

La Dinastía XVIII

La Dinastía XVIII

El Imperio nuevo comienza hacia el 1.552 A.C., con el reinado de Ahmose I, fundador de la XVIII dinastía, tras reunificar Egipto y expulsar a los hicsos de sus territorios. Con esta expulsión también logró la centralización del poder, frente a la estructura feudal que habían implantado éstos. A continuación restauró el dominio sobre Nubia y aplastó dos sublevaciones más de los hicsos que quedaban en el territorio egipcio. Su expansionismo por Asia se produjo en principio para prevenir nuevas invasiones, y ésto le favoreció al aumentar la actividad comercial con estas zonas. Con la conquista de fenicia, se aseguraba una posición estratégica para posibles campañas posteriores.
Respecto al ejército, se aseguró de su fidelidad cediéndoles la propiedad de algunas tierras. En el aspecto religioso, comenzó a aumentar el poder del clero de Amon, por lo que Ahmose I promovió el culto a Osiris. Fue enterrado en Tebas, en la necrópolis de Abu´l-Naga.

Le sucedió su hijo Amenhotep I, cuya madre, Ahmosis-Nefertari, fue la regente durante unos años debido a su minoría de edad. Su política exterior se ocupó sobre todo de Nubia, realizando algunas campañas, y nombrando un virrey que controlara el territorio.
Uno de los cambios que introdujo este rey fue la separación entre tumbas y templos, que hasta este período estaban unificadas.

Amenofis I no dejó otro hijo legítimo que una hija, Ahmes. Según las reglas de la sucesión real, a falta de un hijo, la corona debía pasar al esposo de la hija mayor del Rey. Éste le dió por esposa a Ahmes a un hijo nacido de una concubina (Thutmose I). Su política fue encaminada a la expansión sobre Nubia y Asia, llegando casi hasta la cuarta catarata. Su tumba está en Tebas, en Biban el-Moluk.
A su muerte, Thutmose I dejó como como hijos legítimos a dos hijas suyas, una de ellas, la princesa Hatshepsut, se había casado en vida de su padre con un hijo de una concubina y que sucedió a su padre como Thutmose II. Tras 15 años de reinado Thutmose II, al principio del cual tuvo que aplastar una rebelión en Nubia, moría dejando dos hijas legítimas y al hijo de una concubina que vivía en el templo de Amón educándose para sacerdote. Cuando éste era niño aún, antes de la muerte del rey y en el transcurso de una procesión, el dios Amón se acercó al joven príncipe y lo designó como heredero del trono. Por ello fue reconocido como rey con el nombre de Thutmose III, se casó con una de las hijas del rey, pero como no era mayor de edad, se nombró regente a su tía Hatshepsut.
Ésta, aprovechando la minoría de edad de su corregente, se proclamó faraón y su reinado duró 18 años. En primer lugar restauró todos los monumentos destruidos por los hicsos durante su dominación, y se hizo construir un templo, a lo cual se pudo dedicar gracias a la escasez de problemas militares durante esta época. Fomentó las relaciones comerciales con Nubia y Punt, por lo que su reinado puede considerarse fructífero y pacífico. El clero de Amon la apoyó en todo momento, sobre todo, para aumentar su poder e influencias. Aceptó a Thutmose III como corregente, aunque siempre en un segundo plano. A su muerte, éste fue el faraón que la sucedió.
 La primera intervención de Thutmose III fue en Palestina, por cuanto Kadesh había organizado una rebelión con príncipes locales, que situaron sus fuerzas en Megiddo, manifestándose como mejor estratega y saliendo victorioso del encuentro. Durante varios lustros efectuó campañas anuales en Asia, para asegurarse las fronteras del reino, llegando a enfrentarse con el imperio de Mitanni desde 1.457.
Hasta entonces, Thutmose III, continuando la labor de su padre reorganizó el ejército, haciendo casi hereditaria la especialidad militar. Instituyó un sistema de ascensos por escalafón, especializó la logística y, en general, prestigió las armas, lo que le permitió obtener levas con gran facilidad. Estableció arsenales centralizados y reformó considerablemente la flota de guerra, lo que le permitió sujetar a Chipre en vasallaje.
Sus campañas por el Orontes, aunque no pusieron fin al dominio de Mitanni, si permitieron a Egipto fijar su poder en la zona, aunque debiendo sufrir constantes rebeliones de sus habitantes.
La personalidad de Thutmose III despierta gran interés, presentándose como un rey enérgico e infatigable, buen político y hábil militar. Por ello se le conoce en la actualidad como el "Napoleón Egipcio".
Le sucedió su hijo Amenhotep II. Continuó con las operaciones militares contra Mitanni, aunque contando con el apoyo de otros príncipes y reyes asiáticos. Durante su reinado, logró la paz con Mitanni, llegando incluso a ser aliados, ya que temían que un rey hitita Tudhaliya III, aprovechara la ocupación de ambos ejércitos para su política expansionista.
Su hijo Thutmose IV continuó con esta política de paz y buenas relaciones, llegando incluso a casarse con la hija del rey de Mitanni, Mutemuia, para sellar la alianza. Esta alianza fue histórica, ya que era la primera vez en la historia que las dos máximas potencias mundiales se aliaban, garantizando la paz y el equilibrio.
Amenhotep III no fue un faraón militar. Se dedicó a narrar episodios de su vida en escarabeos gigantes, como sus matrimonios, cacerías o construcciones, y a construir templos y monumentos, con la ayuda de su arquitecto Amenhotep. Consiguió mantener la paz, la sociedad egipcia evolucionó considerablemente, el poder estaba en su momento cumbre y existía gran prosperidad económica. Fue un gran diplomático, conservándose sus cartas en 400 tablillas de arcilla, conocidas como las Cartas de Amarna. Fue probablemente, el faraón más poderoso de la historia de Egipto.
Le sucedió su hijo Amenhotep IV, que más tarde cambió su nombre por Akenaton, iniciando la llamada época de El-Amarna. Amenhotep representaba la lucha entre el estado y el clero, ya que los sacerdotes de Amón estaban adquiriendo un poder e influencia desmesurado. El rey elevó a Atón, el disco solar, como único dios, cambió su nombre por el de Ajenaton, y añadió al de su mujer Nefertiti el prenombre de Neferneruaton. Rompió definitivamente con el clero de Amón en Tebas, cerrando templos, destruyendo los restos de la religión politeísta y confiscando las riquezas de los mismos, y estableció su capital en El Amarna, llamándola Ajetaton. Nefertiti lo acompañó durante esta reforma, aunque cuando el rey se trasladó a Tebas, ella permaneció en Tel El Amarna, por motivos desconocidos.
El arte dejó de ser algo ritual, y las representaciones artísticas eran más humanas. Esto también se dejó traslucir en la literatura.
En definitiva, la época de Amarna fue un cambio radical en política, religión, arte y cultura, que merece un capítulo aparte dentro de la historia del Antiguo Egipto.

Durante tres años, tras la muerte de Ajenaton, reinó el marido de su hija Meritaton, Semenejkara. La otra hija, Anjesenpaaton se casó con su hermano Tutanjamon, tras el ascenso de éste al trono.
Tutanjamon comenzó a reinar con unos 12 años. Durante los primeros años, continuó con la religión y la política de su padre, aunque pronto llegó a un arreglo con el clero de Amon y se trasladó a Tebas, volviendo al culto tradicional. Se conoce poco de su reinado, pero su tumba es la única que ha sido descubierta intacta, con un tesoro de valor incalculable. A los 19 años murió en extrañas circunstancias. Al morir sin descendencia, su sucesor fue su cuñado Ay.
El último rey de esta dinastía fue Horemhab, un funcionario de Tutanjamon, cuya esposa estaba vinculada a la realeza. Una vez e el trono, se dedicó a establecer la paz, orenar la justicia y restaurar monumentos. Su tumba está en Biban el-Moluk.

Marta Pérez (Akesha)




domingo, 21 de febrero de 2016

¡COMIENZAN LOS CURSOS DE EGIPTOLOGÍA EN MALAGA!

Mañana comienzan los Cursos de Egiptología 2016 en la Térmica de Málaga, dirigidos por los profesores Francisco Martín Valentín y Teresa Bedman, del Instituto de Estudios del Antiguo Egipto.
En esta ocasión comienzan con un viaje a través de la Historia de Egipto que durará hasta el viernes próximo. Como siempre, asistiré a los cursos e iré informando puntualmente. Sed felices.

viernes, 5 de febrero de 2016

LA MUJER Y LA MONARQUÍA

LA MUJER Y LA MONARQUÍA

La monarquia en el Antiguo Egipto ha sido el referente de todas las monarquías de la historia. Fue tan fuerte, que se mantuvo durante 3000 años como sistema de gobierno.
El rey era la cabeza del Estado, al que “todo se le debe, todo le pertenece y en quien todos depositan la razón”
El papel del rey era garantizar la Maat, el orden social.
La realeza fue motivo de culto, tanto en vida como después de su muerte, a través de sus estatuas, relieves, templos funerarios o tumbas. Sabemos de la existencia de estos reyes y el orden de su reinado gracias a las Listas Reales como las de la Piedra de Palermo (Reino Antiguo), la Lista de Abydos (Reino Nuevo) o el Papiro de Turín (Ramsés II). Y, por supuesto, gracias a la lista elaborada por Manetón, quien los distribuyó en dinastías.
Aunque en todas estas listas faltan los nombres de varios reyes, a los que se les practicó una damnatio memorae y fueron eliminados tanto de éstas como en monumentos e inscripciones varias.
Entre ellos, las reinas de Egipto. Sin embargo, ellas han sido siempre las transmisoras de la línea sucesoria. Según la mayoría de egiptólogos, el derecho al trono se transmitía a través de la mujer, hasta tal punto de que si un heredero no era hijo de sangre real, debía casarse con una princesa para poder acceder al trono.
Del mismo modo, las mujeres estuvieron presentes como Grandes Esposas Reales durante toda la historia de Egipto, desde el Reino Antiguo hasta la conquista por Alejandro Magno, y en numerosos casos, sobre todo en el Reino Nuevo, tuvieron gran influencia en la política de su época.
Están documentadas varias reinas que ejercieron de soberanos de Egipto, así como algunas corregencias, aunque debido a que la egiptología floreció en una época en que la mujer ejercía un papel secundario en la sociedad, no se tuvo en cuenta en el estudio de restos arqueológicos, a no ser que fueran muy evidentes.
Así y todo, conocemos la existencia de Nitocris, Sobekneferu, Tausret, Mery Neith, Hatshepsut,  Nefertiti o Cleopatra VII.
1.- Mery-Neith, reina de la I dinastía: Flinders Petrie encontró una estela con su nombre en el cementerio Real de Abydos. Se creyó que era la tumba de un rey, pero después aparecieron otros restos, como vasos de piedra, sellos e inscripciones, en las que se nombra como soberana, siendo considerada Reina de Egipto, o, en todo caso, Regente de su hijo Den.
2.- Nitocris: Aparece en la Lista del Canon de Turín como reina de la VI dinastía, durante algo más de 2 años. Manetón habla de ella como una reina muy bella y valiente.
Cuenta Herodoto que en una conjura mataron a su hermano, el rey, y ella, para vengarlo, construyó una gran cámara subterránea, e invitó a todos los asesinos de su hermano a una cena de inauguración. Una vez allí, inundó la cámara y los ahogó a todos. Luego se suicidó.
3.- Sobekneferu: reina de la VII dinastía, aparece en el Papiro Real de Turín con un reinado de casi 4 años. Parece ser que subió al trono al no tener Amenemhat IV heredero masculino.
4.- Hatshepsut; la faraona por excelencia. Hatshepsut era hija de Tutmosis I y la Gran Esposa Real Ahmose. AL morir el rey sin descendencia, ya que todos los hijos varones habían muerto, se sentó en el trono un hijo del rey con una concubina, Tutmosis II, que tuvo que casarse con su hermanastra Hatshepsut para legitimar la sucesión. Murió muy pronto y le sucedió un niño que tuvo con una concubina, Tutmosis III, con el que Hatshepsut ejerció Regencia.
El poder de esta mujer fue en aumento, hasta que en el 7º año del reinado, se nombró Corregente y asumió el cargo de Faraón de Egipto.
Fue una época de gran esplendor, un período de paz, numerosas expediciones a otros países para obtener materia prima  productos exóticos, que enriquecieron Egipto.
Las pocas acciones bélicas, para retener a los Nubios en el sur, estuvieron a cargo de su sobrino, Tutmosis III.
Estuvo siempre al lado de la Reina un personaje llamado Senenmut, que la ayudó, la aconsejó, fue el arquitecto de sus construcciones, y dicen las malas lengua que fue siempre su amante, y padre de su hija Neferura, del que era preceptor y educador.
Construyó el maravilloso templo de Deir el Bahari para su reina.
Otro de sus colaboradores fue el Gran Sacerdote de Amón, Hapuseneb, dirigió la construcción de su Tumba en el Valle de los Reyes.
La reina desapareció en el año 22 del reinado, sin que haya evidencias de su causa. Su memoria fue borrada rompiendo su nombre de todos los monumentos.
5.-  Un caso especial y misterioso es el de Nefertiti, la esposa del faraón Akhenaton. No se saben a ciencia cierta sus orígenes, aunque se especula que pudo ser una princesa extranjera o una hija de Ay, que más tarde fue faraón.
Nefertiti participó en los actos de culto a Atón, en igualdad con su esposo. Esto es muy significativo, ya que el rey era el único que podía tener contacto directo con el dios.
Autores como Harris nos hablan incluso de una corregencia al lado de su esposo. El hecho de que siempre fue representada con el Rey al mismo tamaño, tocada con corona y participando en todos los actos reales al mismo nivel.
Nefertiti desapareció en el año 22 del reinado de Akhenaton sin que se sepa qué le ocurrió.
Hay egiptólogos que dicen que tomó el nombre de Smenkhare y llegó a ser faraón de Egipto, otros que cayó en desgracia y se retiró, o que murió víctima de una epidemia.

No se ha encontrado su tumba, ni su momia, aún…


Marta Pérez (Akesha)


miércoles, 3 de febrero de 2016

LA VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES EN EL ANTIGUO EGIPTO

LA VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES EN EL ANTIGUO EGIPTO

Se consideraba una traición de la Maat: La Maat  es el equilibrio entre el orden y el caos, entre el bien y el mal. Teóricamente, todos los egipcios deberían seguirla.
Pero las clases altas sometían a las pobres, y los hombres en algunas ocasiones abusaban de las mujeres y los niños.
Aunque, como hemos visto, la mujer tenía igualdad jurídica, durante la mayor parte de su historia, en la realidad cotidiana y sobre todo en las clases bajas, estaba frecuentemente supeditada al hombre.
Hay documentados casos de malos tratos, ya fueran verbales, físicos o sexuales.
Se daban casos de violencia verbal en forma de intimidación. Se conoce también un caso en que el padre de la novia hace jurar al futuro marido que no abusará de su hija. O el caso de una mujer que cuenta que su marido la amenaza con echarla de casa si su familia no les dona alimentos.
En el caso de la violencia física, se utilizaba la palabra qnqn, con el significado de dar palizas o golpear repetidamente. Han quedado manuscritos judiciales con denuncias de mujeres que recibían qnqn de sus maridos, es decir, golpes. También existe un manuscrito sobre el sacerdote Penanquet, que mantiene relaciones sexuales con varias mujeres, obliga a una de ellas a abortar y a otra la deja ciega, al igual que a la hija de ésta.
Por último, respecto a la violencia sexual, hay un caso documentado de violación por parte de un personaje de la XIX dinastía.
Suponemos que habría muchos casos más, que no habrán trascendido en los documentos. Tampoco está documentada la actuación de la justicia en estos casos.

De todos modos, suponemos que no era una práctica generalizada, sino que los malos tratos y la violencia, se vería reducida, a ciertos casos puntuales en determinadas clases sociales.

Marta Pérez (Akesha)


lunes, 1 de febrero de 2016

LA MUJER EN LA LITERATURA EGIPCIA

LA MUJER EN LA LITERATURA EGIPCIA


La mayoría de los textos el Antiguo Egipto están hechos por hombres, para hombres. Pero en algunos textos de Enseñanzas pueden verse las normas de comportamiento, dictadas por hombres, que toda mujer egipcia debería seguir. Pero no eran de obligado cumplimiento, sino más bien consejos.
En estos textos se habla de que todo egipcio debe alcanzar la Maat, el equilibrio, el ideal de vida. Hace pocas referencias al caso de las mujeres en concreto, siendo las mismas normas para todos. Entre las femeninas estarían:
1.- Madres: la obligación de toda mujer es casarse y tener hijos, alimentarlos, educarlos y escolarizarlos.
2.- Esposas: En los textos se da una visión negativa de las mujeres en este aspecto, que entraña peligros para el hombre y le influye negativamente. Además decíain que eran promiscuas, aunque el adulterio estaba prohibido para ellas, no así para el hombre.
3.- Viudas: Se las debía proteger, ya que se las veía como débiles, al no tener la presencia de un hombre.
4.- Extranjeras: Se consideraba un peligro para el hombre el acercarse a ellas.

5.- Nodrizas: se prefería que fueran casadas, para que no representaran un peligro para el marido de la señora de la casa.

Marta Pérez (Akesha)