Arquitectura Religiosa
Desde las dinastías XXI a la XXX , la mayoría de monumentos arquitectónicos son simplemente ampliaciones de otros existentes desde más antiguo.
Es posible, por las fuentes literarias, que hubiera grandes construcciones en el Delta, pero no han quedado restos. Exceptuamos el Templo de Tanis, de las dinastías XXI y XXII, y los templos de Philae y Medinet Abu de Nectanebo I (XXX dinastía) Su principal novedad es el uso del relieve en el muro intercolumnado.
También en la ciudad de Tanis se construyó la nueva residencia real tras el abandono de Pi Ramsés al final del Reino Nuevo. Esto hizo que Tanis creciera mucho, construyéndose un templo en honor de Amón, agrandado por otros reyes, y fuera rodeada de una gran muralla de adobe muy gruesa.
Posteriormente, Sheshonq I surgió como rey en Bubastis, aunque después se estableció en Tanis. Este rey fue uno de los que ampliaron el templo de Amón en Tanis, y construyó oro nuevo en El-Hibe y aumentó el templo de Amón en Karnak.
Numerosos reyes posteriores siguieron ampliando el templo de Amón en Karnak, lo que le ha llevado a convertirse en el recinto religioso más grande de la historia.
Durante las dinastías XXV y XXVI se introduce un nuevo elemento en los templos, el kiosco, erigido en el patio delantero, pegado a la fachada o cerca del templo principal. Otro elemento novedoso es el porche con columnas paralelas adosado al templo.
Fueron también numerosas las construcciones realizadas en Nubia por los faraones negros.
Respecto a la arquitectura funeraria, también nos han quedado pocos restos de tumbas reales, si exceptuamos las tumbas de Tanis. Se trata de tumbas muy sencillas, simples cámaras subterráneas en el suelo del templo, pero con magníficos ajuares funerarios. En ellas se enterraron los reyes de la XXI y XXII dinastías...
Durante el reinado de Psusennes I se creó la necrópolis de Tanis, formada por tres grandes construcciones y otras dos más pequeñas, llenas de tumbas reales. Seguían siendo tumbas muy sencillas consistentes en excavaciones en la tierra de cámaras funerarias con una pequeña antecámara. Los sarcófagos eran antropomorfos, de piedra reutilizada de otros monumentos.
Del citado Psusennes se encontró al sarcófago con la momia, la máscara de oro, y diversas joyas y amuletos.
En la dinastía XXV, de reyes nubios, éstos eran enterrados fuera de Egipto, en mastabas en sus tierras. Pianj abandonó esa costumbre y se construyó una pirámide en Napata.
Otras necrópolis de la época estaban en Nuri, donde hay más de 70 pirámides, en Meroe y en Gebel-Barkal.
No han sido encontradas las tumbas de los reyes de la dinastía XXVI.
Las tumbas privadas están excavadas a gran profundidad y tienen variedad de formas y tamaños.
Los menos pudientes se enterraban en ataúdes fabricados en serie, mientras que los más pudientes se hacían enterrar en doble ataúd. Los ataúdes exteriores estaban pintados sobre un fondo amarillo, en colores rojos y azules, momiformes, representando la cara, peluca, manos y collar del difunto. Bajo las manos, la diosa Nut alada y multitud de inscripciones en jeroglífico.
En el reinado de Osorkon, la pintura del sarcófago varía, eliminando la representación de las manos.
Ya en el período ptolemaico, se construyen grandes templos que han llegado hasta nosotros en muy buen estado de conservación. Se trata de los templos de Horus en Edfú, Hathor en Dendera, Khnum en Esna, Isis en Philae y Sobek en Kom Ombo.
Todos estos templos tienen en común que tienen la misma estructura que los templos de las mejore épocas, aunque con algunas variaciones, como capiteles florales o la construcción de los mammisi, unos templetes anexos al gran templo para celebrar el nacimiento divino.
Respecto a la arquitectura funeraria, destaca la tumba de Petosiris, en Tuna el-Guebel, construida como una reproducción a escala de un templo.
Marta Gracia Pérez Torres
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