En la capital de Egipto, el Museo de Antigüedades reinició la catalogación de sarcófagos y momias y reabrió el Museo Islámico, semidestruido en un atentado de 2014.
La profesión de egiptólogo, dominada por estadounidenses, británicos y alemanes, tiene futuro. Se comprueba aquí con el más reciente anuncio del Ministerio de Antigüedades, que el turista promedio no entiende en pleno siglo XXI: que están lejos de terminar la exhumación de momias de las tumbas descubiertas en las necrópolis de esta nación de más de 7.000 años de antigüedad y que en el sótano y las bodegas del Museo Egipcio —palacio de color rosa en uno de los costados de la famosa plaza Tahrir— hay 600 sarcófagos que no han sido estudiados ni expuestos por falta de presupuesto.
Para leer más: EL ESPECTADOR
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