HIMNO AL NILO
¡Salud oh Nilo, a ti que murmurando,
la tierra ciñes a tu amor rendida,
y en paz te acercas sosegado y blendo
a dar a Egipto bendición y vida!
¡Eres buen Dios y el valle refrigeras
donde Osiris los cármenes inflama
y tan copioso, que del sol pudieras
entre tus ondas apagar la llama!
¡Del cielo bajas por oculta vía
y al prado, hierba y flores renuevas,
donde el ganado innumero se cría,
que en tu corriente deliciosa abravas!
¡Eres Dios Seb, amigo de los panes,
del hombre suaves y sabrosos dones,
y dios Nepra, que colma los afanes
y es propicio a piadosas oblaciones!
¡Dios Ptah, todos los sitos iluminas
y rey de peces de brillante escama,
cuando cubres llanuras y colinas
huyendo el ave tu poder proclama!
Nutre él la tierra de fecundo grano
Y en rubia mies se adorna la llanura,
Y altares dando al bienestar humano,
Duración a los templos asegura.
Da reposo a las manos; si decrecen
Sus aguas, gimen cuantos de él esperan;
En el cielo los dioses se estremecen
En el suelo los hombres desesperan.
Toda la tierra ha abierto y dilatado,
Y, por sustento, da prados risueños
A la ágil cabra y tardo buey cansado,
Y reparan los grandes y pequeños.
Si se retarda, invócalo; aparece
Entonces como Khnum, creador del mundo,
Y la vida se esparce y se adormece,
Toda la tierra en bienestar profundo.
Pasa, y en pos en el Egipto deja
La semilla de espléndidos manjares,
Y retoña la vid tostada y vieja
Y florecen las palmas seculares.
Él, la ofrenda nos brinda generoso
Que lleva al sacrificio el pueblo inmenso;
Y es más puro, más grato y oloroso
Cuando él lo riega, el transparente incienso.
Ambas comarcas del Egipto inunda,
Y al dejar la llanura y el otero,
El rico fruto almacenado abunda
Y de trigo feraz se hincha el granero.
Germina, y de los pobres es trofeo;
El cauce ensancha y en su curso crece,
Y aún cuando colma universal deseo,
No se agota jamás, ni se empobrece.
¿Cómo representarlo? ¡Qué estatuario
un dios tan gigantesco esculpiría
¿ y cómo alzarle un templo? ¿Qué santuario
tanta grandeza contener podría?
¡Ah! Su origen se ignora, o si se agita
con las arenas del desierto en guerra,
o si su inmenso corazón palpita
en las hondas entrañas de la tierra.
¡Oh Nilo! Por ti se han perpetuado
de tus hijos las mil generaciones;
en el sur eres siempre venerado,
en el norte recibes bendiciones.
¡Tú lágrimas embebes sin enojos
por el dolor del hombre, en ti vertidas,
y las devuelves luego ante sus ojos
en abundancia y bienes convertidas!
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